martes, 28 de agosto de 2007

De nuevo China y el desarrollo

Imprescindible el siguiente artículo aparecido ayer en el New York Times: As China Roars, Pollution Reaches Deadly Extremes, es decir, que mientras China ruge, la polución alcanza extremos mortales.
.

Ningún país en la historia, dice, ha emergido como potencia industrial sin dejar un legado de daño medioambiental que puede tardarse décadas en recuperar, pero, debido a la rapidez y a la escala del progreso chino, éste no tiene paralelo en la historia, así su problema de polución ha hecho polvo todos los precedentes.

Así se resiente la salud pública, se causan miles de muertos cada año y cerca de 500 millones de personas carecen de acceso a agua completamente potable. Así las ciudades chinas parecen a menudo envueltas en un tóxico sudario gris. La situación medioambiental puede ser considerada catastrófica: ciudades industriales que raramente ven el sol, niños muertos o enfermos por envenenamiento por plomo u otros contaminantes, costas empantanadas por mareas rojas de algas que impiden el desarrollo de la vida marina.

Así, sigue el artículo, se ahoga China en su propio éxito. La economía alcanza un crecimiento histórico, con una sucesión de años con porcentajes de crecimiento superiores al 10%, pero ello a costa de unos colosales consumos de energía, especialmente carbón, altamente contaminante.

Pero, insisten, el problema Chino ha pasado a ser un problema mundial. El sulfuro de dióxido y el nitrógeno producidos en China provocan lluvias ácidas en Seul y Tokio, e incluso gran cantidad de la contaminación de Los Ángeles proviene de China. De hecho, los expertos que creían que China sobrepasaría a Estados Unidos como mayor generador de gases de efecto invernadero hacia 2.010, se han visto desbordados, y lo será a finales de este año.

El partido comunista está desbordado, al tiempo que da prosperidad a sus ciudadanos, provoca malestar. Han intentado rehacer los cálculos económicos introduciendo los costes medioambientales, pero han tenido que renunciar a dicha medida debido a que los crecimientos, en este caso, pasaban a ser negativos, provocando desánimos.

Bueno, hasta aquí una breve reseña, traducida libremente, del artículo del New York Times cuya lectura íntegra recomiento. Mis conclusiones: efectivamente el problema es un reto mundial, pero no en el sentido indicado, sino en el sentido de replantear el crecimiento económico mundial.

Hora es ya de que mis colegas, los economistas, introduzcan todos los costes reales en sus estudios, y se replanteen un modo de vida absolutamente demencial: nuestro modo de vida occidental.

Hay que volver a los filósofos griegos, a poner al hombre como medida de todas las cosas, a predicar la moderación, la maldad de todos los excesos, predicar la relatividad de todo, bendito Protágoras. A considerar a los más de 3.000 millones de personas que viven al margen del progreso como tan dignos y respetables como al resto.

Porque hablamos de China, pero ¿y la India?, ¿y el Oriente Medio?, ¿y América Latina?, ¿y, sobre todo, África?, ¿acaso sus habitantes no tienen derecho a una vida digna y respetable?

Tenemos tecnología, sólo hace falta emplearla con inteligencia, olvidando nuestro egoísmo y siendo generosos, reformar la economía, una economía que no sirve en la situación actual, profundizando en la filosofía (la búsqueda del saber), ...

Creo que podemos... aunque los periódicos nos lo desmientan cada día con noticias de Irak, de Afganistán, de África, de... Podemos, seguro, a pesar de todo...

Seguiremos reflexionando...

No hay comentarios: