miércoles, 3 de octubre de 2007

Ingeniería financiera

Hay un interesante artículo hoy en Le Monde titulado Mr. Bean y los mercados. En él, Charles Bean (homónimo del personaje cómico encarnado por Rowan Atkinson), economista en jefe del Banco de Inglaterra revela que ya no comprende nada de los mercados financieros. Se confiesa sobrepasado por novedosos y fantásticos productos, desconocidos o casi hace unos años, con nombres bárbaros, tales como ABS (?), RMBS, CMBS o CDO, que hacen temblar al estamento británico de los negocios desde la crisis del banco de crédito hipotecario Northern Rock.

Atrincherado en su puesto del Banco de Inglaterra reconoce su ignorancia de lo que sucede en las salas de mercado vecinas. El empuje de jóvenes creativos con las armas de las matemáticas y la física, que ganan fortunas a través de productos financieros con altos riesgos y altos rendimientos hace que el Banco de Inglaterra se sienta impotente para controlar los mercados. Son los operadores los que en estos momentos tienen la sartén por el mango, no los reguladores, incapaces de controlar lo que pasa.

Hasta aquí un breve resumen apresurado de parte del artículo. En mi opinión, se constatan varios hechos:



  • De cada vez, la economía se aleja más de su objetivo fundamental: analizar y estudiar la forma en que los hombres atienden a sus necesidades mediante la utilización de recursos escasos.

  • De cada vez más, la economía se convierte en un juego de casino, con productos financieros (en el fondo más simples de lo que pensamos) que combinan cálculo de probabilidades, riesgos y rentabilidades, constituyéndose en juegos y apuestas.

  • De cada vez más, la economía se aleja del control de los gobiernos, y por tanto, de controles democráticos (supuestamente) para pasar a estar controlada por las grandes corporaciones que imponen sus productos.

  • De cada vez más, se incrementa el riesgo global.


Y así nos va, con unos reguladores que sólo tienen un pedal: subir y bajar tipos de interés (o inyectar y drenar liquidez al sistema), pero carecen de volante y freno. Eso sí, disponen de numerosos relojitos (llamados indicadores económicos) con información a menudo discrepante.



Veremos cómo nos va en este gran casino...

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