La voz grave, imponente, soberbia de Francisco Umbral se impuso en televisión, ante una Mercedes Milá que acabaría, años después, en Gran Hermano (el nombre es un insulto para Orwell) y otras bazofias semejantes. ¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro!, tronaba e insistía con la lucidez y la verdad que puede dar un poco de alcohol en las venas.
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Con él deberíamos gritar todos: ¡queremos hablar y oír hablar de libros, de cultura, de ciencia, de filosofía, de saber, de naturaleza, de..., de tantas y tantas cosas!, y de lo que no queremos hablar ni oír hablar es de lo que precisamente se habla y se oye hablar en una televisión absurda, degradada, paupérrima, ridícula, patética..., es decir, de cotilleos, rumores imbéciles, estupideces sangrantes, banalidad envanecida, obscenidad manifiesta, anticultura basura, etc.
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La televisión, que podría ser un magnífico instrumento para elevar la cultura general, para educar a la ciudadanía, para, en definitiva, hacernos mejores, se ha convertido en el máximo exponente de una sociedad enferma, bañada en sus propios detritus y su propia porquería. En aras al dios mercado, a la audiencia, al share... se ha convertido en lo que todos conocemos: un centro de cotilleos difícilmente superable, un escaparate para el más insano morbo, un debate culturalmente idiotizado, ... y no hablemos de televisión para niños... pues eso daría para un libro.
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Por eso, y recordando a Umbral gritemos: ¡Queremos hablar de libros, de nuestros queridos libros!
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Pasando a otro tema: atención a la crisis económica en ciernes, que puede materializarse o no, ayer la bolsa bajó otro 2% en Nueva York. Como economista me llama la atención la simplicidad de las recetas para solucionarla, centradas en el monetarismo, con Milton Friedman como máximo exponente: todo se reduce a inyectar o reducir liquidez en el sistema. Pero no es sólo en economía, también en psicología triunfa el conductismo, con Skinner como exponente más conocido: todo se reduce a estímulos y respuestas. Parece como si al hombre le gustara conducir coches con sólo dos pedales, un acelerador y un freno, más y menos... ¿no os parece que la economía, la psicología, el hombre, la vida es algo más complicado?
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