miércoles, 29 de agosto de 2007

"¡He venido aquí a hablar de mi libro!"

La voz grave, imponente, soberbia de Francisco Umbral se impuso en televisión, ante una Mercedes Milá que acabaría, años después, en Gran Hermano (el nombre es un insulto para Orwell) y otras bazofias semejantes. ¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro!, tronaba e insistía con la lucidez y la verdad que puede dar un poco de alcohol en las venas.
.
Con él deberíamos gritar todos: ¡queremos hablar y oír hablar de libros, de cultura, de ciencia, de filosofía, de saber, de naturaleza, de..., de tantas y tantas cosas!, y de lo que no queremos hablar ni oír hablar es de lo que precisamente se habla y se oye hablar en una televisión absurda, degradada, paupérrima, ridícula, patética..., es decir, de cotilleos, rumores imbéciles, estupideces sangrantes, banalidad envanecida, obscenidad manifiesta, anticultura basura, etc.
.
La televisión, que podría ser un magnífico instrumento para elevar la cultura general, para educar a la ciudadanía, para, en definitiva, hacernos mejores, se ha convertido en el máximo exponente de una sociedad enferma, bañada en sus propios detritus y su propia porquería. En aras al dios mercado, a la audiencia, al share... se ha convertido en lo que todos conocemos: un centro de cotilleos difícilmente superable, un escaparate para el más insano morbo, un debate culturalmente idiotizado, ... y no hablemos de televisión para niños... pues eso daría para un libro.
.
Por eso, y recordando a Umbral gritemos: ¡Queremos hablar de libros, de nuestros queridos libros!
.
Pasando a otro tema: atención a la crisis económica en ciernes, que puede materializarse o no, ayer la bolsa bajó otro 2% en Nueva York. Como economista me llama la atención la simplicidad de las recetas para solucionarla, centradas en el monetarismo, con Milton Friedman como máximo exponente: todo se reduce a inyectar o reducir liquidez en el sistema. Pero no es sólo en economía, también en psicología triunfa el conductismo, con Skinner como exponente más conocido: todo se reduce a estímulos y respuestas. Parece como si al hombre le gustara conducir coches con sólo dos pedales, un acelerador y un freno, más y menos... ¿no os parece que la economía, la psicología, el hombre, la vida es algo más complicado?

No hay comentarios: