sábado, 18 de agosto de 2007

Especulación inmobiliaria

Ya tenía yo ganas de realizar una entrada en esta bitácora acerca de la especulación inmobiliaria, veamos:
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Los ánimos hastiados se volvían hacia los negocios y los placeres. Los que poseían algo desenterraban su dinero y los que no peseían buscaban por los rincones los tesoros olvidados...
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... desde los primeros días, sentía llegar esta oleada ascendente de la especulación, cuya espuma iba a cubrir... Se hallaba en el medio y medio de la cálida lluvia de escudos que caía a chorros sobre los tejados de la ciudad. En sus carreras continuas a través del Ayuntamiento, había sorprendido el vasto proyecto de la transformación de..., el plan de esas demoliciones, de esas vías nuevas y de esos barrios improvisados, de ese agio formidable a cuenta de la venta de terrenos e inmuebles, que encendían, en las cuatro esquinas de la ciudad, la batalla de los intereses y el resplandor del lujo a ultranza. Desde entonces su actividad tuvo una meta. Fue en esa época cuando se convirtió en un buen chico. Engordó incluso un poco, dejó incluso de correr por las calles como un gato flaco en busca de una presa. En su despacho era más charlatán, más cortés que nunca...
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El plan de fortuna... era sencillo y práctico. Ahora que tenía en sus manos más dinero del que nunca había soñado para comenzar sus operaciones, contaba con aplicar sus designios a lo grande. Conocía su... al dedillo; sabía que la lluvia de oro que edificaba sus muros caería más recia cada día. La gente hábil no tenía más que abrir los bolsillos. Él se había situado entre los hábiles, al leer el futuro en los despachos del Ayuntamiento. Sus funciones le habían enseñado cuánto se puede robar en la compraventa de inmuebles y solares; sabía cómo se revende por un millón lo que ha costado quinientos mil...; cómo se paga el derecho de forzar las arcas del Estado, que sonríe y cierra los ojos; cómo, haciendo pasar un bulevar por el vientre de un viejo barrio, se hacen juegos malabares, entre los aplausos de los engañados, con las casas de seis pisos... el cáncer de la especulación... un terrible jugador era que adivinaba más lejos que sus propios jefes el futuro de sillars y de yeso que le estaba reservado a ... habría podido profetizar el espectáculo que ofrecerían los nuevos barrios... En las calles, a veces, miraba ciertas casas con aire singular, como a viejas amistades cuya suerte, conocida sólo por él, le afectara profundamente.
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- Sí, sí, he dicho bien, más de un barrio va a fundirse, y quedará oro entre los dedos de la gente que caliente y revuelva la cuba... ¡Son idiotas, estas ...! Ni siquiera sospecha el ejército de piquetas que la atacará un día de éstos.
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¿Hablamos de Marbella?, ¿del caso Malaya?, ¿de Madrid?, ¿de Palma? No amigos. Estos fragmentos no los he escrito yo, ¡más quisiera! son de Zola en su recomendable obra La Curée, La Jauría. Hablan de la construcción de París durante el Segundo Imperio Francés, allá por los tiempos de Napoleón III, concretamente en 1.852. El libro data de 1.872. Pero la verdad es que estos párrafos podrían formar parte de una novela naturalista sobre cualquiera de nuestras ciudades de hoy en día.
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Ya seguiremos con este tema. Da para mucho...

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