En matemáticas, en física, en la Ciencia en general, la sencillez es un valor, un objetivo a buscar, una meta deseada, cuanto más sencilla es una teoría, más apreciada es.
Y sin embargo, ¡cómo nos complicamos la vida los hombres!, a veces nos encanta la complejidad sin motivo... y la complejidad es injusta, discrimina entre los hombres.
Veamos dos ejemplos:
- El impuesto sobre la renta, buscando abarcar todos los casos para hacerse justo, se enreda en una complejidad tal, que sólo los ricos que pueden pagarse un buen asesor son capaces de dominar, los pobres siempre acaban estrellados contra su complejidad.
- Las tarifas telefónicas, que a base de complicarse, ocultan los precios, destrozando aquel capitalismo que buscaba Adam Smith, acabando con la transparencia de precios.
Podríamos poner más ejemplos, pero estos bastan: busquemos la sencillez, huyamos de la complejidad como de la peste.
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