sábado, 29 de noviembre de 2008

¿Piedad para el átomo?


No, no tengo piedad para el átomo. Cuando era adolescente, me llamó la atención un artículo periodístico (no recuerdo el autor) titulado "Piedad para el átomo", en aquellos tiempos reconozco que casi me convenció. Hoy, mucho después, no soy partidario en absoluto de la energía atómica y ello basándome en los siguientes argumentos:


  • En toda actividad humana hay accidentes, más o menos probables, éstos existen, son parte intrínseca de la actividad humana. Existen los accidentes de tráfico, los de avión, los navales, los de transbordadores espaciales,... No hay actividad humana, por moderna y sofisticada que sea que esté libre de accidentes. En el caso de la energía nuclear los accidentes no son una entelequia: existen casos concretos. Estudiénse los casos de la Isla de las Tres Millas o de Chernobil, los de submarinos nucleares rusos o la numerosa lista de incidentes menos graves que sufren todas las centrales nucleares. Ahora bien, de generalizarse la energía nuclear, por una mera razón estadística y aún multiplicando exponencialmente la eficiencia y seguridad de la misma, el número de accidentes aumentaría (aún reduciéndose su proporción). Además, en el caso de la energía nuclear los accidentes son de una especial gravedad: tanto por el número de afectados, como por su gravedad, como por el área espacio-temporal afectada. En definitiva, el riesgo es inasumible para la humanidad. Y todo ello sin hablar del pecado original de la energía nuclear: que su nacimiento se originó en la bomba atómica.

  • Aún sin hablar de accidentes, aún sin producirse éstos, la energía nuclear genera unos inaceptables residuos altamente tóxicos y peligrosos para el hombre, con una duración de decenas, centenares de años; ¿qué hacemos con ellos?, ¿dónde los almacenamos?, ¿cómo, para evitar peligros?...

  • Me resisto a creer que la energía nuclear sea la única alternativa posible a los combustibles derivados del carbono, tengo una cuasi certeza moral de que, mediante una adecuada inversión en investigación, podremos conseguir alternativas. Véase el artículo titulado "El reto energético": allí están las energías renovables, la solar, la eólica, la de las mareas, etc., allí está el hidrógeno y ¿quién sabe lo que nos depara el futuro?. Como escribió Arthur C. Clarke "recordad que esto es sólo una obra de ficción, la realidad, como siempre, será mucho más apasionante".

En definitiva, no, no hay piedad para el átomo. Mi veredicto es éste, aunque, como en todo, puedo estar equivocado.

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