viernes, 14 de noviembre de 2008

No juzguéis...

Han coincidido en el tiempo los casos de la niña de 13 años Hannah Jones, que rechaza un incierto transplante de corazón por los sufrimientos que le puede ocasionar y de Eluana Englaro, la chica italiana que lleva 16 años en coma irreversible, y a la familia de la cual el tribunal supremo italiano ha permitido desconectar de los aparatos que la mantienen con vida.


Como siempre en estos casos, anda la Iglesia Católica especialmente alborotada: "¡crimen!" - claman - "¡asesinato, cultura de la muerte, la dignidad humana amenazada, el santo sufrimiento!"


Juzgan, juzgan, juzgan... se arrogan el derecho a juzgarlo todo: la capacidad de sufrimiento, el amor de un padre, la dignidad de una niña, y todo, todo, repito, todo amparándose en las palabras de Jesús, que vivió en Nazareth hace unos 2.000 años


Pero, ¿no fue Él quien dijo: "No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad y se os perdonará", palabras recogidas en el Santo Evangelio según San Lucas, capítulo 6, versículo 37?


La sentencia anterior parece meridianamente clara, y sin embargo la Iglesia Católica se ha pasado toda la historia, y todavía sigue, juzgando. Juzgando que no se debe usar preservativo, juzgando a Galileo, juzgando el derecho a una muerte digna, juzgando el aborto, juzgando... juzgando.

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