
Dos mundos: el de las trincheras, caótico, sucio, maloliente, pringado, dominado por el miedo y las bajas pasiones, ahí están los que ejecutan órdenes y el del castillo, lujoso, pulcro, limpio, ordenado, impregnado de la música de los valses y los bailes, ahí se decide sobre la vida y la muerte... sólo el personaje de Kirk Douglas ejerce de puente entre ambos mundos.
¿Acaso hoy no sucede lo mismo? en las trincheras están los palestinos, muriendo como ratas y los soldados israelíes, no menos víctimas, atemorizados y probablemente mandados a una guerra que no entienden; en el castillo, ahora las lujosas salas de la ONU, los salones presidenciales de ciertos países, las salas de consejos de ministros... pulcros señores encorbatados y alguna señora vestida de largo deciden sobre la vida y la muerte de miles de seres humanos.
Los lujosos, los pulcros, los limpios, los ordenados, los acostumbrados a la música de los valses y los bailes se llaman ahora Ehud Olmert, Tzipi Livni, Simon Peres,..., Mubarak, Sarkozi, Solana,..., los otros, los de las trincheras, desgraciadamente, no tienen nombre, pero seguro que si les pinchan, sangran, si les hacen cosquillas, se ríen, si les golpean, se amoratan, y si les envenenan, se mueren.
¡Que algún dios ponga sensatez a este mundo de corbatas...!
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