Si, como hemos visto, existen morales dañinas, ¿cómo podemos fundamentar un código ético que no dependa de religiones, ideologías o creencias?
Bueno, ya Emanuel Kant, en el siglo XVIII introdujo el concepto del imperativo categórico. Una versión libre de dicha ley universal podría ser descrita de la siguiente manera:
Actúa en todo momento tal y como te gustaría que se comportaran contigo si te encontraras en las mismas circunstancias. (O más castizo: no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a tí)
Kant no lo formuló así exactamente, pero ésa era la idea.
Sólo tiene un problema, ¿somos capaces de semejante empatía?, ¿de ponernos en las mismas circunstancias que los demás sean éstas las que sean?. Lo dudo, de todas formas, ¡qué bien nos iría si toda la humanidad tomara como arco de bóveda de su ética esta máxima!
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