Todos vemos la evolución que toma el mundo: globalización, ultraliberalismo, desregulación, etc.
Sin embargo no siempre es tan fácil analizar las consecuencias de estos factores. Hay uno en concreto que me está preocupando: la desregulación. En mi opinión, este fenómeno nos está llevando a una dictadura de las grandes (y a veces no tan grandes) empresas. Cuando habíamos, en cierta medida, controlado el poder de los estados mediante la democracia y el estado de derecho, cuando estos estados nos protegían frente al resto de poderes, especialmente el económico, ahora resulta que la desregulación minimiza el papel del estado y da pie al abuso de las grandes compañías, ¿hasta dónde llegarán?
Si me permiten dos ejemplos de lo que estoy diciendo y que me han pasado personalmente, vamos allá:
1. Austrian Airlines: Les compro un billete de avión Barcelona-Viena-Baku. Por la compra y naturaleza del billete parece obvio que nuestro origen es Barcelona, el destino es Baku y Viena es simplemente un aeropuerto de tránsito, como podría serlo Munich, Londres o París, por no haber vuelos directos Barcelona-Baku. Tomamos el avión normalmente en Barcelona y llegamos a Viena, allí nos solicitan los visados para entrar en Azerbayán, carecíamos de ellos por ser la regulación reciente y haber comprado normalmente nuestros visados en el aeropuerto de Baku, pero eso no tiene importancia. Viajaba con mi hijo con discapacidad oficial del 53%.
La compañía se niega a llevarnos a Baku sin visado y asimismo se niega a cualquier otra solución: ofrecernos alojamiento en Viena, regresarnos a Barcelona, proporcionarnos transporte… no, cualquier solución era, según ellos absurda, toda la culpa era nuestra y no tenían absolutamente ninguna obligación dejándonos totalmente desasistidos en Viena. Imposible encontrar hoja de reclamaciones ni hablar con responsable alguno en todo el aeropuerto y el trato fue vejatorio hasta cuando ya teníamos los visados correspondientes y teníamos que arreglar el vuelo Viena-Baku hasta el punto de tener que acudir a la policía austriaca para solucionar los problemas. Afortunadamente el trato de la policía que exquisito, baste decir que hablaron con la compañía y facturamos el vuelo en clase business siendo nuestro billete de clase turista.
Admitiendo mi culpa por no tener visado pregunto: ¿es lógico que la compañía nos llevara a Viena, escala del viaje, sabiendo que no podríamos continuar?¿no es más lógico que nos denegaran el embarque en Barcelona, nuestro origen y donde teníamos ventaja de lengua y contactos o en caso contrario nos llevaran a Baku tal como estaba contratado?¿no es incluso más lógico que la diligencia puesta en buscar el visado en Viena la hubieran puesto a la hora de vender el billete?¿podían dejarnos desatendidos en Viena? Afortunadamente hablamos inglés y teníamos medios para estar en Viena dos días, no quiero imaginar lo que hubiera sucedido si eso mismo hubiera sucedido a personas que desconocieran idiomas y no tuvieran medios suficientes, por ejemplo mis padres o mis suegros. ¿No debería haber una regulación contra estos abusos? Cierto que cuando compré el billete firmé un contrato de adhesión, al que yo no pude añadir ni un acento, y que si quiero volar no tengo otra opción que firmarlo con unas pocas compañías: Austrian Airlines, Lufthansa, British Airlines y Air France (Todas tienen contratos similares), pero, ¿les da eso carta blanca para poner lo que quieran en el contrato? ¿no debe existir una mayor regulación?
Realmente me sentí aplastado como ciudadano por Austrian Airlines, sin embargo, soy consciente de que lo mismo podría haber ocurrido con otra compañía, el problema es la falta de regulación.
2. Almacenes Printemps en París. Para los que los desconozcan, dicho establecimiento son unos grandes almacenes (tipo El Corte Inglés para entendernos) con un lujo apreciable, con múltiples departamentos (ropa de hombre, de mujer, de niños, menaje del hogar, restaurantes, etc). Hacemos nuestro shopping correspondiente y comemos en un restaurante incluido en los grandes almacenes… pues bien, a la hora de atender a nuestras naturales y fisiológicas necesidades, resulta que los únicos baños del establecimiento son un negocio de pago por el cual cobran 1’5 €, da igual que seas cliente, que acabes de comprar un abrigo de cien mil euros y hayas comido por 500. No quiero ser escatológico, pero para mí el lema de los almacenes Printemps está claro: pagar para cagar, con perdón. Afortunadamente, todavía no he visto tamaña barbaridad en España, pero… cuando las barbas de tu vecino veas pelar… ¿permitirá la desregulación llegar a tales extremos?¿acaso controlarán el aire que respiramos dentro de los establecimientos para cobrárnoslo? Cerca estamos. Ah, el lema del negocio de los baños es: convierta su lavabo en una sala de recepción… ¡Patético!
Se puede argumentar que la desregulación favorece la libertad económica y que si alguien quiere un servicio que lo pague: falso, la desregulación a lo único que contribuye es a dificultar la comparación de precios y alejarnos del real capitalismo de Adam Smith: consumidores y vendedores múltiples, con información perfecta y recogida en los precios… no, no estamos yendo a eso… estamos yendo a la dictadura de las compañías que nos ocultan los precios reales que pagamos en una maraña difícil de entender y que hacen lo que les da la gana con los clientes.
Igual que yo he puesto dos ejemplos, seguro que todos podemos poner los nuestros habidos con grandes compañías eléctricas, de transporte, de telefonía, grandes almacenes, grandes cadenas de alimentación, etc. A ello nos conduce la desregulación, ya lo sabemos.
A fecha de hoy, todavía no ha respondido a mi queja Austrian Airlines (hace dos meses que la puse), la única respuesta que tengo de ellos es un mensaje automático que, además de darme las gracias por escribirles, me indica que debido a las múltiples quejas que reciben (¿tan mal trabajan? Parece que sí) tardarán algo ¿meses?¿años? en darme una respuesta… Patético, ni siquiera ha surtido efecto hasta ahora una queja puesta en el organismo regulador de los transportes austriaco. ¿Tengo derecho a quejarme en España ya que aquí compré el billete?
En cuanto a Printemps, no quise estropear mis vacaciones poniéndoles la queja que se merecían. Desde aquí reto a los responsables a que me respondan.
Los medios de comunicación son nuestra última línea de defensa: ¡denunciemos los abusos!