
En la reciente crisis económica nos encontramos con magnitudes que generalmente no entendemos: la cantidad de dinero necesaria para reflotar un banco o la industria automovilística, ¿qué son treinta mil millones?, ¿y un billón?
Hay un tipo de problemas, llamados los problemas de Fermi (en honor de Enrico Fermi, físico italiano, uno de los más destacados del siglo XX), que permiten hacernos una idea de lo que significan estas magnitudes.
Veamos un ejemplo: estime usted el volumen total de sangre que contiene toda la población viva del planeta (por supuesto que no buscamos la cifra exacta, sólo una estimación. Es decir que si la respuesta correcta es 900 y usted ha obtenido 200, la cosa va bien, si ha obtenido 20 o 2.000, la cosa va más bien mal) .
El problema parece inabordable en un principio.
Ahora bien, si lo reducimos a sus partes más simples podemos realizar una buena estimación: Lo primero es saber el volumen de sangre que tiene una persona, ahora bien, supongamos que tampoco lo sabemos. Pero, bien, hemos ido a donar sangre y sabemos que en una donación nos sacan casi medio litro de sangre sin matarnos, bien, supongamos que el volumen total de sangre del cuerpo de un individuo es 10 veces superior, ello haría un total de 5 litros de sangre.
Ahora multipliquemos los 5 litros de sangre por los 6.000 millones de personas (éste es un dato fácil de obtener por varias fuentes) que hay en el mundo y obtendremos un total de 30.000 millones de litros de sangre circulando en estos momentos por el mundo.
De esta forma podemos calcular cualquier magnitud: el peso de la población mundial, hasta dónde llegaría la humanidad si nos pusiéramos uno encima del otro... podemos realizar cualquier estimación y comparar los órdenes de magnitud.
Por cierto, haga usted las estimaciones, no se fíe de lo que digan la prensa o internet: sus fallos son clamorosos. Use estos datos tan solo para verificar sus propios cálculos.
Bueno... ahora ya sabemos que cuando leemos que el gobierno de Estados Unidos destina 30.000 millones de dólares a salvar la aseguradora AIG, lo que está haciendo es destinar un dólar por cada litro de sangre humana que circula por el mundo: ya podemos dormir tranquilos.